jueves, 28 de abril de 2011

Las Cataratas de Iguazú


Crujiendo se abrió la tierra en esta parte del continente dejando un cráneo partido.
Miles de redes cristalinas caen desbordando gotas transparentes que mojan la tierra y
mojan el cielo.
Es un agujero que podría bien ser un océano potente o un árido trecho de montaña sin vida.
Al lado de ellas, no hay ser que parezca significante. Ni pie que no sueñe con resbalar y caer como tobogán por sus cabellos blancos.
Un pedazo de tierra dividida en tres países amigos se convierte en el escondite de mis temores más profundos.

La paz y la explosión juntas en una obra creada por nadie, o por todo.

Sentada tenebrosa en esa inmensidad lo pude comprender:
El odio y el amor viven juntos en su naturaleza.
Así como en el hombre,
dibujando las caras de una misma moneda increpante.




No hay comentarios:

Publicar un comentario